El derrotado

El golpe

Ya van casi 3 años desde que la doctora me dijo “leucemia o anemia aplástica”. Recuerdo que mi hermana, que me acompañaba en ese momento, simplemente estalló en llanto. La notaba tensa desde que llegué a la clínica, sobre todo después que el examen salió peor que el que querían desclasificar por ser simplemente ”demasiado malo para ser verdad”, y peor aún cuando entramos al edificio de oncología después de que me vino a buscar directamente la doctora luego de confirmar que mi sangre era un chiste. Por mi parte, desde que recibí la llamada de emergencia diciéndome que me tenía que hospitalizar “ahora, ya” simplemente esperaba a que alguien me explicara qué mierda me estaba pasando, así que mientras mi hermana recibía el golpe, mi primer pensamiento fue “¡Ajá! ¡Ahora no seré tan peludo!!”. Luego del pensamiento imbécil clásico mío, hablé: “OK, ¿y ahora cuál es el siguiente paso?, ¿es tratable?, ¿cuánto tiempo tengo?”. Me respondió como mejor pudo: si me trataba en ese mismo instante tenía futuro, sólo había que detectar cuál de las dos enfermedades era, porque el tratamiento de una intensificaba la otra. Un error y adiós muchachos.

¿Naciste para resistir o ser abusado?
The Best of You (Lo mejor de ti) Foo Fighters

Cuando llegué a la Clínica Dávila luego de una rápida investigación de mercado, el doctor que se hizo cargo de mi caso fue claro:

— No creo que sea leucemia, voy a empezar un tratamiento suave hasta que la descartemos, luego subiré la dosis hasta la confirmación de la anemia y así empezar el tratamiento contra ella. Empiezo ahora porque tenemos el tiempo en contra, lo importante es que tienes que saber que para superar todo esto el 80% de recuperación es tu fuerza mental, es una enfermedad larga de tratar. Yo puedo poner el conocimiento y la medicina, pero si tu no pones de tu parte esto será muy difícil.

— OK, ¿qué tan larga?
— Entre 6 y 4 meses.
— ¡Ah! No es tanto, ¿cada cuánto tengo que venir a recibir el tratamiento?
— No, son 6 meses hospitalizado en una pieza especial, libre de bacterias y polvo, con visitas controladas. Ésa será tu vida hasta que te demos de alta.
— Mmmm, ¿y tienen wi-fi?
— No.
— Ahora entiendo a qué se refiere con el temita mental, doctor, pero estoy dispuesto a lo que sea, y haré que sea en 4 meses.

Me preocupación siempre tuvo que ver con los resultados de todo esto; cómo quedaría después de superar este episodio.

— Vas a volver a una vida normal.
— Doctor, para mí normal es hacer 50 km de bicicleta en la mañana con cerros incluidos y en la tarde jugar dos horas de futbolito.
— Pues podrás jugar el futbolito quizás una vez al mes y quizás un poco de bicicleta, pero el resto será bastante normal.

Ése para mí fue el verdadero golpe: “¿¿¡¡QUEEEEÉ!!??, ¿me estas quitando mis pasatiempos?”. Siempre me ha gustado salir a la naturaleza, realizar excursiones, disfrutar de una buena vista luego de horas de caminata o bici. Me propuse en ese instante que pondría todo mi esfuerzo en que eso no sería así, superaría toda la mierda y volvería a mi estilo de vida y mejor; ése era mi objetivo y nada se interpondría.

Más allá de la noche que me cubre,
negra como el abismo insondable,
agradezco a los dioses, si es que existen,
por mi alma inconquistable.

Caído en las garras de la circunstancia
nadie me vio llorar ni pestañear.
Bajo los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.

Más allá de este lugar de ira y llantos,
frecuenta el horror de la sombra,
aun así la amenaza de los años
me encuentra y me encontrará sin miedo.

No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.

Invictus – William Ernest Henley

La prisión

La verdad, mi estancia en la clínica fue bastante agradable; tuve días bien malos, pero en general bastante bien. Al siguiente día de internado se descartó por completo la leucemia. A la semana de encierro, mi padre sufrió un infarto al cerebro, el cual le quitó la movilidad del lado derecho del cuerpo y su capacidad de comunicación verbal; fueron días donde realmente tuve que poner todo para no derrumbarme. Luego se confirmó mi anemia aplástica y empezó rápidamente mi tratamiento.

Para dar contexto: mi enfermedad básicamente consiste en que mis glóbulos blancos, las células que se encargan de la defensa del cuerpo frente a virus y bacterias, entraron en modo berserker y empezaron a atacar a las células madres, impidiendo que éstas pudieran madurar en glóbulos blancos, rojos y plaquetas.

Al no tener defensas, esto causaba que cualquier enfermedad que tuviera pudiera llegar a ser peligrosamente mortal; por eso mi estadía en la clínica tuvo que ser en una habitación especial. Por otro lado, al no tener glóbulos rojos mi energía era bastante baja, hubo días en los cuales sentía que no podía moverme por la poca energía que tenía. Finalmente, sin plaquetas no podía moverme porque el cuerpo no tenía la capacidad de regenerarse; si hacía un movimiento brusco o me golpeaba podría empezar a sangrar y no parar. Un día tuve una hemorragia nasal que ya se quisieran los de efectos visuales del doctor House. Básicamente, tenía que estar encerrado y postrado. ¿Por qué me dio? No se sabe. ¿Qué tan común es? De 2 a 3 en un millón de personas. Buena guinda de la torta, ¿no?

El tratamiento consistía en sacar un poco de médula de recién nacidos, inyectársela a unos conejos, esperar un tiempo, procesar esa sangre e inyectármela a mí. No me pregunten por qué, pero funcionó. Mi médula ósea volvió a funcionar como debía al mes del término del tratamiento. En el intertanto, me hacían transfusiones de sangre y de plaquetas, quedé semiciego por todo un día, tuve dos hemorragias, dos descontroles del sistema nervioso que me recordaron súper bien que no tenía ningún control de la situación, dolores de huesos, mareos, jaquecas, incertidumbre de no saber si despertaría al otro día, incertidumbre de no saber cómo iba a pagar todo, incertidumbre de cómo quedaría mi vida después de esto, frustración de no poder caminar, de no sentir el viento, de no poder disfrutar la lluvia, de saber que incluso los presos pueden salir al patio, de no poder tocar a nadie, de no poder abrir la tapa del néctar que me daban al almuerzo y me la tenía que abrir la niña que me lo traía, sintiéndome un completo inútil.

A pesar de todo eso, de algún modo logré siempre estar con buen ánimo y con la fortaleza de querer salir adelante. Estaba encerrado, sí, pero como Andy Dufresne dijo cuándo lo dejaron en el calabozo “me quitarán la libertad, pero jamás me quitarán mi música y por lo tanto la esperanza”. Por eso comencé un ritual: todos los días al despertar escuchaba Don’t stop me now de Queen y al dormir Like a stone de Audioslave. La primera, para darme ánimos para el día que se venía; la segunda, para despedirme en caso de no despertar.

No me detengan, no me detengan,
no me detengan,
no me detengan, no me detengan, oh -me gusta-,
no me detengan, no me detengan,
pasar un buen rato, pasar un buen rato,
no me detengan, no me detengan.

Don´t stop me now (No me detengas ahora) Queen

Por todas las cosas que he hecho
Por todo lo que he sido bendecido
Y todo lo que hice mal
En sueños hasta mi muerte
Vagaré

Como una piedra, allí te esperaré.
Solo.

Like a Stone (Como una piedra) Audioslave

Luego de que mi médula ósea volviera a comportarse como siempre, debieron pasar un par de semanas y me dieron de alta. Estuve 72 días encerrado en la clinica, tenía que estar 2 meses más encerrado en mi casa. Sólo con el cambio de ambiente ya era un tremendo progreso; recuerdo que cuando salí de la clínica había una zona con pasto, las ganas que tenía de tirarme a ese piso, acostarme y mirar como pasaban las nubes por horas, era todo lo que quería hacer y no podía.

Me contenté con el olor del día, con los rayos de sol que me golpeaban, con la vista al Cerro San Cristóbal. Me acordé que hace unos años había ido a ver a mi hermana a la misma clínica y después me fui a subirlo en bici: te volveré a subir cerrito, lo juro. Los siguientes 2 meses fueron de recuperación de mi cuerpo, de a poco mi sangre volvió ser de utilidad, leeeeeeennttttooooo, pero al menos avanzaba.

Ese día realice 50K de bici + 1 hora de futbolito, ya me sentía mal, pensé que me faltaba comer
4 días antes del encierro, Ese día realice 50K de bici + 1 hora de futbolito, ya me sentía mal, pensé que me faltaba comer

 

Día 63 en la clínica, al no poder sangrar no me podía afeitar
Día 63 en la clínica, al no poder sangrar no me podía afeitar
A menos que me comprara una afeitadora electrica, es importante estar presentable, aunque estés destruido
A menos que me comprara una afeitadora eléctrica, es importante estar presentable, aunque estés destruido

El fénix

Cuando volví a la vida real fue donde empezó realmente el gran problema; la enfermedad me había dejado totalmente débil. Me internaron en mayo, salí en julio de la clínica y volví a trabajar en septiembre. Todo ese mes y el siguiente lo pasé realmente mal: subir del andén a boleterías y de ahí a la calle me tomaba minutos, era el mayor esfuerzo físico que había realizado hasta ese punto de mi vida, me sentía de 120 años, inútil, tenía que recuperar el aire y el color para poder llegar a la oficina y no preocupar a todo el mundo.

El peor día fue el 5 de octubre del 2011, ya estaba reventado y cansado de todo, llegué a mi casa y me tuve que acostar, tenía fiebre y me sentía pésimo. Sentí como la fuerza y la energía se me iban, tanto que ya no tenía fuerzas para sentirme mal, si es que eso tiene algún sentido. En eso, empiezo a dejar de sentir mi entorno, ya no sentía mi cuerpo sobre una cama, simplemente no estaba, las luz empezó a extinguirse, el sonido a desvanecerse, hasta llegar a un estado en el cual sólo estaba mi conciencia.

“¿Será la muerte que viene por mí? ¿Esto es? ¿Cinco meses de lucha para nada?. Lo lamento tanto por mi madre, que llegará de su trabajo, entrará a mi pieza con su cara de extrema preocupación que ha tenido los últimos meses a preguntar como fue mi día y encontrará a su hijo tieso en su cama, no es una experiencia muy buena que digamos. Qué débil fui, qué débil soy, pero estoy cansado, ya no puedo más. Lo lograste enfermedad, me doblegaste, ya no me resistiré, llegó mi momento de morir y nadie podrá decir que no la luché, éste es el mejor suicidio, me rindo…”

Pero cuando pensé eso inmediatamente vino un segundo pensamiento:

“¡¿Qué estás diciendo maldito idiota?! Como ateo que soy la vida es todo lo que tengo, no hay más, no existe el consuelo de la salvación ni el reencuentro con los seres queridos, me muero y eso es, por eso vale la pena seguir luchando por esta vida maravillosa, ya sea que me muera en 5 minutos más o en 10 años vale cada segundo seguir en la lucha. Quiero volver a sentir el viento en mi cara, quiero seguir escuchando la risa de mi sobrina, meter la mano en un saco de lentejas, leer un buen libro, recorrer con mi dedos la figura femenina, gozar con la canción favorita en un concierto, etc., etc. ”

Se me pasaron un montón de infinitos buenos momentos y futuros planes. En ese pensamiento de esperanza fue donde empecé a despertar: la luz volvió, el sonido también, mi cuerpo sintió la superficie de la cama y las sábanas, todo lo encontraba sublime, hasta el malestar había vuelto, pero de a poco fue declinando así como la fiebre. No sé cuánto tiempo fue, sólo que recupere mi energía, me metí a Internet y vi que Steve Jobs había muerto. Estaba claro: el mundo no podía perder dos seres tan extraordinarios en un solo día.

No sé qué pasó esa vez, una alucinación de la fiebre mezclada con cansancio o la muerte tocando a mi puerta o quizás una paranoia en su máxima expresión, solo sé que eso me dio las fuerzas para seguir sacando adelante todo esto. Para mí ésa es la fecha importante, más que el día de internación o de alta. Ése fue mi renacimiento.

Este no soy yo

Los meses que siguieron fui mejorando poco a poco. En marzo del 2012 se acabó el tratamiento de drogas y quedé libre, sólo controles esporádicos. También, la parte financiera había quedado cubierta. Mi recuperación física empezó de a poco: ya podía subir escaleras sin parar, solo tenía que recuperar el aliento después. Empecé a caminar después del trabajo saltándome una estación de metro para volver a mi casa y de a poco fui extendiendo mis caminatas.

Sin embargo, algo empezó a surgir, algo que nadie me había explicado y que yo tampoco había esperado, la sensación de mi cuerpo era distinta a lo que recordaba, era como estar en un cuerpo ajeno, como si todo mi cuerpo fuera una gran prótesis. Al principio lo asocié a la recuperación, pero entre más me recuperaba, más sensación de alienación tenía, lo peor es que había días en que era distinto al día anterior: caminar, girar, pararse, estirar la mano para abrir una puerta, era como partir desde cero cada cierto tiempo. Primero un pie, luego balancéate, busca el equilibrio, ahora mueve el otro pie, ¡bien, estás caminando!. Pasaban dos semanas y vuelta a lo mismo.

Ahora, tengo ese sentimiento otra vez.
No podría explicarlo. No lo entenderías.
No es así como soy.
Comfortably Numb (Plácidamente entumecido) Pink Floyd

El entendimiento del espacio también cambiaba, pero al menos iba mejorando mi energía y mi capacidad de ocuparla, fue ahí que volví a andar en bicicleta, muy suave al principio. Después empecé a jugar futbolito, en cada intento era una muestra de puro corazón la verdad, porque rendía pésimo y luego recuperarme me costaba un montón, siempre quedaba con el cuerpo destrozado, no podía dormir por los temblores que tenía, pero tenía que hacerlo, tenía que volver a mi estado anterior.

Como tenía absolutamente ningún conocimiento de mí mismo, realizaba cosas que no sabía cómo hacer y terminaba cojeando por un tiempo o sin poder mover un brazo, pero no me importaba: era mi recuperación y tenía que seguir enseñándome a controlar mi nuevo cuerpo. Así estuve un par de meses.

Me cambié de pega, y ahora podía ir en bicicleta. Empecé con una vez a la semana, luego dos días, luego tres. Ése fue mi límite, el esfuerzo era demasiado. Paraba, esperaba un par de semanas y volvía, de a poco, probando mis límites, empujando un poco más y un poco más. Empecé a bajar de peso, mis rendimientos empezaron a ser más constantes, ya no era un tremendo costo realizar mis ejercicios, me empecé a sentir bien, me inscribí en una carrera de mountain bike de 50 Km, la corrí perfecto, sólo que me demoré un mes y medio en recuperarme.

De todos modos, mi cuerpo empezó a estabilizarse. Ya en enero del 2013 me sentía realmente bien, aún sentía muy lejos la recuperación pero veía avances, seguí bajando de peso y ganando energía, empujando cada vez más mis límites, era como un niño con juguete nuevo. Pero llegó abril, volví a probar con una carrera de MTB, esta vez de 40 Km. Habían pasado 4 meses desde la última carrera y había mejorado una enormidad, supuse que ésta no sería un problema. La carrera fue lo peor de lo peor, me reventé al correrla, logre terminarla pero a duras penas. “Aún te falta cabrito” empezó mi mente. Lo inteligente hubiera sido descansar en mi casa, pero ése mismo día tenía el Lollapalooza. Me recuperé un poco y fui al festival, ese sábado ya estaba cansado y el domingo peor, pero lo disfruté a concho, estaba re feliz.

El lunes siguiente todo se fue a la mierda: mi cuerpo empezó a comportarse realmente mal, ya no eran cambios en formas, empezaron los malestares, los mismos que me dieron antes de enfermarme. Me entró el pánico, me hice unos exámenes de sangre y salieron un poco malos, nada realmente mal, sólo fuera de los rangos normales. Paré todo ejercicio, pero el pánico ya estaba instaurado, tenía la fortaleza para salir adelante, lo estaba demostrando, ¿pero volver a la mismo luego de ya casi 2 años? Simplemente no podía, si me volvía la enfermedad no me trataría, me compraría un pasaje al caribe y que algún hotel de lujo se encargara de mis últimos días.

Con el pasar de los días seguí sintiéndome muy mal y los exámenes eran bien cambiantes, en la clásica batalla de producción de glóbulos rojos y plaquetas. Luego de un tiempo se estabilizó y me tocó el control con mi doctor, el examen salio bien, todo perfecto, felicitaciones, eres un hombre sano, cómo mierda lo hiciste, tienes rangos normales, realmente te felicito y yo WTF, seguía sintiéndome raro.

Volví a hacer un par de ejercicios, empecé a subir cerros a pie y de nuevo quedé pésimo, la bajada fue una tortura y de nuevo me demoré en recuperarme. Fue en ese tiempo cuando ya la mente me empezó a fallar, ya no tenía la energía mental de antes, el terror y el cansancio se apoderaron de mí: “tanto recorrido y no has avanzado nada”. Todo se me empezó a poner cuesta arriba, fue por ahí cuando en un carrete de despedida de una compañera de trabajo, con mucho licor encima me solté un poco con otra compañera que me presionó, le confesé que tenía mucho miedo y terminé sollozando, todo un winner.

Por ahí escuche una analogía de la vida: esto es como una carrera de 100 metros planos, algunos nacen en el metro 99 otros en el 10, en el 0 o en el menos 75. Yo debo decir que mis padres se sacaron la mierda, porque si bien nací un par de metros desde el 0, ellos me dejaron un par de metros más allá. Yo a puro esfuerzo y sudor fui avanzando aún más y más y más, con saltos de vallas, empujones, zancadillas, pero seguían siendo 100 metros planos.

En este periodo empecé a sentir que la pista hace rato se había inclinado, que al igual que Sísifo llevaba una enorme roca hacia arriba de la colina y siempre que estaba cerca, la piedra rodaba hacia abajo. Me frustré, el estrés me estaba consumiendo, hasta que no puede más y pedí vacaciones. Me di cuenta que llevaba más de dos años sin descansar, todos esos días de tirarme ánimos y que mi recuperación ya llegaría, no sé cómo explicarlo mejor pero POR LA MIERDA QUE CANSA.

Las vacaciones me sirvieron como un pequeño break, pequeñísimo en realidad, en mi viaje seguía con un montón de cosas en mi cabeza, no era yo, me estaba empezando a torturar, la foto que tengo de fondo en mi Facebook, aparte de ser maravillosa, le tengo un aprecio especial porque en ese momento tenía un montón de mierda en la cabeza, mi cuerpo y sobre todo mis piernas de nuevo me estaban traicionando, estaba temblando. No podía creer que estando en ese lugar que para mí es el mejor lugar en el que estado en mi vida, tanto mi cuerpo como mi mente me estaban traicionando, pero era tan bello y especial que estaba feliz.

Volví a santiago con fuerzas renovadas, pero todos mis problemas mentales seguían intactos, progresivamente me fui a la mierda, empecé a dormir muy mal, cada vez menos, con pesadillas. Una parte de mi empezó a lidiar con eso y me mantuvo funcionando.

Una hora de ejercicio, 700 calorias quemadas, mis piernas temblaban, mi cerebro lleno de mierda, pero feliz
Una hora de ejercicio, 700 calorias quemadas, mis piernas temblaban, mi cerebro lleno de mierda, pero feliz

“El precio de la libertad es la soledad y es un precio que estoy dispuesto a pagar, además del arriendo, los gatos comunes y las cuentas básicas…”
Andrés Peñailillo

En ese tiempo se me apareció la oportunidad de cumplir uno de mis mayores objetivos de vida que tenía: vivir solo e independiente. Estaba extremadamente feliz y contento, esa felicidad apagó casi por una semana mis problemas emocionales. Después de eso rápidamente volví a un estado de estrés latente y cada día era peor, el no poder controlarme tanto física como mentalmente me empezó a mermar y mis problemas de sueño empezaron a ser ya mucho más constantes y peores, despertaba por largos períodos, lo que dormía no lo descansaba. Para el final de agosto había días en que dormía 2 horas diarias, al dormir tan poco los conceptos de realidad y sueño se empiezan a mezclar, toda mi energía la ponía en seguir trabajando lo mejor posible y mantenerme cuerdo, eran constantes las verificaciones de realidad, eso me empezó a cansar mentalmente a un nivel que se me hacía muy difícil continuar.

La Caída

Fue a mediados de septiembre cuando pasó. Lamentablemente, nunca sabré qué lo originó. Fue como despertar en medio de una tormenta, simplemente me llegó de pronto, tuve un ataque de histeria, mi primer recuerdo es estar sentado con mis manos apoyándome la cabeza y gritando, gritando como si no hubiera mañana, también estaba llorando, pero un llanto desgarrador, como esas madres que uno ve en la TV al enterarse de que su hijo murió, mi respiración estaba totalmente agitada, fue un shock verme y sentirme en ese estado, lo peor fue cuando traté de controlarme, simplemente no podía, era simplemente un descontrol de emociones, estaba consciente pero no tenía el control de nada, otra vez…

En eso, siento las manos de mi compañera en ese momento, otro golpe, no estaba solo, alguien me estaba viendo en ese estado. “¿Qué te pasa?, tranquilo, dime qué te pasa, déjame ayudarte” Ahí vino todo, mi subconsciente tomó el control y soltó toda la mierda que tenía adentro, primero fue un “POR QUÉ???!!!” que casi quemó mis cuerdas vocales, “POR QUÉ ME TUVO QUE DAR ESTA ENFERMEDAD CULIÁ??!!!!”, mientras seguía gritando y llorando y mi respiración seguía como loca, mi ataque siguió soltando información por un par de minutos. Entremedio tuve que partir a vomitar, y seguí con mi ataque, hasta que ya mi respiración se empezó a volver demasiado peligrosa. Ya había visto un par de paros respiratorios y estaba respirando de la misma forma, tratando de captar oxígeno desesperadamente. Mi parte consciente entró en pánico (¡Panic-inception!) y casi como un golpe de adrenalina tomé control de la situación y me empecé a calmar, me pude acostar, dejé de gritar, dejé de llorar y recuperé mi respiración. En ese instante todo se apagó.

Al otro día desperté solo, mi amiga estaba en la otra habitación, no podía más de la vergüenza, más que nada por arruinarle la noche. Nunca lo vio venir, salí lo más rápido que pude a caminar y alejarme del lugar, tenía que analizar todo lo que podía de esos minutos de locura, busqué un lugar de soledad absoluta, me senté y pensé y pensé y pensé.

Primero, me maravillé de que fuera capaz de tener un ataque de histeria, “WOW. eso sí que fue sorpresa, al parecer no soy tan robot jajaja”. Luego fue el tema de la pregunta del por qué: siempre he pensado que las cosas pasan, asumir las responsabilidades de lo que haces, sin culpar al resto, la vida no es justa y no hay nada que hacer con eso. ¿Aparece un problema? Se enfrenta, se soluciona y sigamos con el mambo. Varias personas, cuando pasó esto salieron con la frase “esto siempre le pasa a la gente buena”. Primero: muchas gracias por encontrarme bueno y, segundo, esto les pasa a todos, en distintos niveles. Todos tenemos problemas que nos afectan y lamentarte por ello no te lleva a ningún lado, así que gritar y preguntarme por qué fue otra sorpresa, me llevo un par de minutos darme cuenta que no era una pregunta en realidad, sino una muestra de enojo. Estaba enojado, estaba furioso y no me había dado cuenta.

Así fui analizando el episodio, me di cuenta que tenía mochilas encima que no me había dado cuenta que tenía, sobre todo con el tema de mi padre, me sentía culpable por lo que le había pasado, “si no me hubiera enfermado a él no le habría pasado esto” y varias mochilas más. Lo dejé en standby y volví a disculparme y a lo de siempre, a seguir adelante. Esa semana en mi pega estuve a punto de caer en un nuevo ataque, me tuve que encerrar en el baño, sacarme la polera y morderla para ahogar el grito, afortunadamente pude controlarme rápidamente, pero ya no podía seguir así, tenía que hacer algo.

Mi última herramienta

Una rendición desesperada
La obsesión me pega
Perdiendo el deseo de vivir
Admitiendo una completa derrota

The Glass Prison (La prisión de cristal) Dream Theater

 

Solo una persona sabía todo lo que me estaba pasando en ese minuto. Me imploró que fuera al psiquiatra:
— ¿Directo? ¿Sin psicólogo?
— A los 2 los necesitas weón, pero anda, ya te di buenas referencias de uno, por favor anda, yo no te puedo ayudar, pero ya me tienes preocupado.
— Gracias compadre, pero no voy a ir aún, no puedo. No puedo pasar seis meses, uno o dos años de tratamiento, simplemente no, no hasta que sepa que hice todo para salir adelante, lo necesito, deja agotar todas mis herramientas. Si eso no funciona iré, te lo prometo, porque ya no tendré esperanzas y será vital.
– OK, pero por favor cuídate.
– Como siempre, compadre, como siempre.

¿Soy una parte de la cura o soy una parte de la enfermedad?

Clocks (Relojes) Coldplay

El tema del psicólogo la había evaluado mucho antes, estaba claro que todo esto me estaba sobrepasando, incluso me lo habían advertido a la semana de estar en la clínica, que iba a superar la enfermedad pero que al año me iba a venir la depre: “es simple fatiga de material” me explicaron, pero ya mi ansiedad había crecido demasiado, cada segundo que pasaba era un tortura, tenía que salir y no me podía drogar, no quería una licencia por estrés. Necesitaba sentirme útil, al menos en la pega, y sabía que algo dentro mío aún podía luchar, el punto era saber cómo avanzar.

Fui muy débil para rendirme
Muy fuerte para perder
Mi corazón está bajo arresto otra vez
Pero me desvanecí
Mi cabeza me está dando vida o muerte
Pero no puedo elegir
Juro que no me rendiré
Me rehúso

The Best of You (Lo mejor de ti) Foo Fighters

Lo primero fue manejar la ansiedad, necesitaba reflexionar y la ansiedad es la mejor asesina de la reflexión, una vez controlado eso pude eliminar un peso imposible que me había puesto encima en los últimos meses; a veces la mente te juega malas pasadas y te obsesiona con cosas que no deberías, supe que sólo me causaba daño y no tenía solución plausible, así que lo elimine. No fue nada fácil pero lo hice; eso me dio un respiro.

Ya era 5 de octubre de nuevo, dos años desde mi renacimiento. “2 años!!???, Se han sentido como 15!!!”. Como vivía solo, cada minuto después de la pega los dedicaba a un análisis extremo de mi vida, empecé a hacer una ingeniería inversa: por qué tomó tal decisión, de dónde saqué este carácter, qué es lo que me motiva, etc. Fue así como empecé a entenderme, a entender realmente todo el peso que me ponía encima y que no me correspondía, me fui limpiando de todos esos pesos y mochilas, algunos de ellos históricos. Fui perdonando y perdonándome.

De repente, la pista de la vida se estaba aplanando, ya no sentía el peso en mis hombros y empecé a dormir mejor, al menos unas 3 horas seguidas. Entre más dormía mejor me analizaba y mejores conclusiones sacaba, hasta que llegué al punto de mi enfermedad.

Entendí que estaba enojado, porque el 2011 se suponía iba ser mi año, hace años que venía haciendo sacrificios y sacándome la mierda para salir adelante. Ese año dejaría de estudiar y trabajar, tendría por fin mi vida a mi disposición. Por ahí la gente a veces me dice que me encuentra inteligente, la verdad yo no me encuentro tanto, me cuesta un montón, siempre me he rodeado de gente más inteligente que yo y estar a su altura siempre ha sido un desafío, así que tenía que esforzarme el doble. Pero el premio se acercaba, ya no más sacrificios, era mi momento, tenía un estrés importante acumulado, pero daba lo mismo, todo iba a mejorar.

Incluso me enamoré, por primera vez en mi vida, mi amada libertad pasó a segundo plano, estaba dispuesto a renunciar por ella, bajaría todas mis defensas sólo por estar con ella, me la estaba ganando y me llegó la enfermedad. Recuerdo que busqué en Google “cómo seguir conquistando a una mujer cuando estás encerrado, sin poder tocar, sin poder moverte, con tan poca energía que al moverte te pones a temblar, hinchado de medicamentos, sin saber cuándo vas a salir o si vas a sobrevivir, con una posible deuda en camino y si sobrevives no sabes cómo será tu vida después… y aparte eres feo”: cero resultados.

Mala cueva, pensé en ese momento, lo importante es sobrevivir, pero en mi análisis me di cuenta que eso sumó enojo: cómo era posible, 25 años y recién encontraba una mujer que me revolucionó por completo y el weón muriéndose, POR LA RECHUCHA CUÁLES SON LA PUTAS PROBABILIDADES. Estaba enojado de tener que seguir haciendo un montón de sacrificios, de que mis planes se fueron a la mierda, de que mis ahorros se fueron en medicamentos, estaba enojado de que tanto la enfermedad como la recuperación tenían que ser tan largas, de que no podía darme espacio porque la vida sigue y en una sociedad tan competitiva no podía dar un paso al costado. ¿“Volveré cuando esté bien”? No, ni cagando. tenía que seguir

Con el entendimiento el enojo se fue diluyendo, seguí mejorando mi sueño, los feriados los agradecí un montón, ni siquiera fui a la fiesta de la cerveza porque solo quería dormir y entre más dormía más claro veía todo, llego mi cumpleaños número 28, el 11 de noviembre. En mi pega te dan la tarde libre, muchos saldrían a celebrar; yo me fui a dormir, estaba recuperándome.

De a poco, la pista de la vida volvió a ser plana, hubo un día que me dijeron “oye, podríamos ir a Cancún”, “uhhh qué buena idea, pero este fin de semana no puedo”. Se rieron de mi respuesta, que había sido completamente en serio. Me di cuenta que vivo demasiado el día a día, no tenía ningún plan a futuro, ni mediano ni a largo plazo; me había acostumbrado a vivir sólo el presente. Entendí que tenía mucha vida por delante, también me liberé de mi modo “sobrevivencia”, pero seguía teniendo la roca de Sísifo ahí al frente: recuperar mi vida anterior…

Aceptando la derrota

Llegó el 8 de diciembre, la cicletada a Lo Vásquez. Aún seguía con grandes problemas de control corporal, tenía las piernas bien cansadas la verdad, pero lo intentaría igual, “si veo que no me la puedo me devuelvo antes de salir de Santiago y chao, no te exijas demasiado tampoco”. Salí sin mucha esperanza y terminé en Viña, ese viaje me sirvió para entender algo bien importante: el conocimiento de mí mismo simplemente ya no me servía, años y años de experiencia ya no eran útiles, tenía que aceptar que ya no sería el mismo, nunca más, se acabó, esto es y esto será, lo había intentado, por la mierda que lo había intentado pero acepté mi derrota, la enfermedad fue más fuerte que yo, me había minado en todos los aspectos posibles, me hizo sentir vulnerable en el físico, en lo mental, como persona, como hombre, como adulto, financieramente, me había golpeado y me había dejado secuelas, heridas profundas y sin reparación, me ganó y acepté que me ganó, me ganó y nunca tuve una posibilidad. Salí lo mejor que pude, es un poco menos que antes, pero es mucho mejor de lo que podría haber quedado y acepté eso.

Lo acepté, me dolió, lo lloré, pero lo acepté y la roca desapareció, ya no tenía por qué empujar algo que nadie me obligaba a empujar, era yo de nuevo corriendo los 100 metros planos, sin arrastrar o tener que empujar peso, de nuevo estaba en carrera. Me di cuenta que desde el momento en que dejé de luchar empecé a entenderme mucho mejor, cómo mi mente ya no luchaba en contra de lo que sentía, mi entendimiento corporal empezó a mejorar, era como si mi mente se opusiera a mi nuevo estado y eso causaba un tremendo conflicto, pero ya era sólo paz interna, volví a tener control de mí, tanto mental como físico. Había alimentado al lobo correcto y esa fue mi victoria.

5 de enero, 5 horas de ejercicio, 70km de bici, 4000 calorias, 2 caidas, piernas firmes y pensando: "Ojala salga buena la foto"
5 de enero, 5 horas de ejercicio, 66km de bici, 3200 calorias, 2 caidas, piernas firmes y pensando: «Ojala salga buena la foto»

El cierre

Me hubiera gustado poder ser el invicto del poema que puse al principio, pero lloré y me desesperé. Salí con victorias y derrotas, viví muchos años en estos años, de niño, de adolescente, de adulto, de viejo sabio, le hice un funeral a mi pasado: adiós compadre, es momento de dejarte ir.

No es el crítico quien cuenta; ni aquellos que señalan como el hombre fuerte se tambalea, o en qué ocasiones el autor de los hechos podría haberlo hecho mejor. El reconocimiento pertenece realmente al hombre que está en la arena, con el rostro desfigurado por el polvo, sudor y sangre; al que se esfuerza valientemente, yerra y da un traspié tras otro pues no hay esfuerzo sin error o fallo; a aquel que realmente se empeña en lograr su cometido; quien conoce grandes entusiasmos, grandes devociones; quien se consagra a una causa digna; quien en el mejor de los casos encuentra al final el triunfo inherente al logro grandioso; y que en el peor de los casos, si fracasa, al menos caerá con la frente bien en alto, de manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas frías y tímidas que no conocen ni la victoria ni el fracaso.

El hombre en la arena, Theodore Roosevelt

Agradecimientos

Primero quiero disculparme con cualquiera que haya dañado en este tiempo, mi más sinceras disculpas, era un animal enfermo y como tal me defendía como podía. Si dañé a alguien, de verdad lo lamento.

Por favor perdóname nunca quise herirte…
The Golden Path (El camino dorado) The Chemical Brothers

Quiero agradecer a todos los que siempre me apoyaron y sobre todo en este periodo; a mi familia que lo pasó pésimo, a mis amigos, a mis compañeros de pega, de la anterior y la actual, gracias Emilio por siempre estar ahí, aunque nos veamos cada 6 meses, gracias Pumarino por escuchar a un weón hecho mierda, gracias Carmen por prestarme tu hombro en los carretes, gracias Javi por sostenerme mientras gritaba y lloraba sin control, gracias Augusto por brindarme tu apoyo y no despedirme cuando estuve realmente mal, gracias Jorge por darme tus plaquetas, gracias a todos los que se molestaron en ir a darme un poco de su sangre, a los que donaron dinero, fueron a la fiesta de beneficio y compraron números de rifa, a mi doctor Jorge Alfaro, mi doctor House personal, al cuerpo médico de la Clínica Dávila y en especial a María Paulina, la mejor enfermera que pude tener en el encierro, nunca hubiera podido durar ni dos días sin todos ustedes.

¿Alguien está teniendo lo mejor de ti?
¿Alguien tiene tu fe?
Es real el dolor que sientes
La vida, el amor
Te mueres por sanar
La esperanza que parte
Los corazones rotos
Confía, debes confesar
¿Alguien está teniendo lo mejor de ti?

The Best of You (Lo mejor de ti) Foo Fighters